Los retos tecnológicos que están cambiando el mundo, están cambiando también las formas de ejercer el derecho que ya no serán más artesanales, sino especializadas y tecnológicas, a menor costo y más rápidas. Ejemplo, la oralidad en los procesos. La Justicia tendrá que ponerse a tono con los nuevos retos. Los/as abogados/as tradicionales irán desapareciendo para dar lugar a una nueva especie de juristas más empresariales y cibernéticos
La estandarización y sistematización de documentos nos obligará a pensar en la necesidad del valor agregado a todo lo que hacemos.
Tendremos que buscar que la confianza, credibilidad y fidelidad del cliente no se pierdan, sino fortalecerlas. Reafirmar valores y principios.
El abogado, asesor en nuevas tecnologías y “gurú” de la Abogacía del futuro Richard Susskind en una conferencia en Madrid, sobre “¿Como serán los abogados del 2020?” manifestó entre otras cosas que: “La mejor manera de predecir el futuro es inventándoselo. Si no se hace, vendrá otro que se lo inventará, y si no nos enfrentamos a estos retos del futuro con éxito, los abogados tendrán cada vez menos importancia en la sociedad”.
A pesar del sombrío panorama económico en el mundo, los/as abogados/as en América Latina, debemos estar conscientes de la gran responsabilidad que tenemos pues la mayoría de los líderes en el mundo coinciden en afirmar que esta será la década de América Latina, y no seremos más un continente olvidado. Los cambios en el poder y en la economía mundial podrían incrementar las oportunidades para nuestras poblaciones. Llegarán inmigrantes, capitales e inversionistas extranjeros. Debemos estar preparados.
Personalmente creo que debemos trabajar en nuevas y mejores competencias curriculares para las facultades de Derecho a fin de que se enseñe un derecho de más cooperación que de competición, es decir, es urgente enseñarle a los/las abogado/as las nuevas estrategias empresariales y de la virtualidad del bagaje actual de información, pero al mismo tiempo desarrollarle sensibilidad y solidaridad en lo social y en la prevención de los conflictos, a fin de que sea posible la supervivencia en la tierra no sólo para los/las abogados sino para la humanidad entera.
Debemos inventar un mundo jurídico más justo, armónico, ecológico y solidario en el que podamos seguir ejerciendo nuestra profesión de una manera sustentable y con dignidad.
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